Te habia conocido a las 5:47 de la madrugada, prácticamente a última hora. Entre risas y bailes el día despuntó, miraba tus grandes ojos mientras pensaba que quizá pudieras ser la mujer que llevaba tanto tiempo buscando. No me lo pense ni un segundo, eras tú.
Una hora más tarde en tu casa, dejamos el pudor a un lado, la cosa pintaba bien, había entendimiento. Entrelazados y sin ningún animo de discernir sobre los motivos que nos habian llevado a esa situación, decidimos dormir. Eran las 9:32, estabamos agotados, y casi como si fuera con tus últimas fuerzas preguntaste:
-Por cierto, ¿Como te llamas? (Dijiste con esa voz tan dulce...)
Yo, simplemente, no supe que responder...
(La impersonalidad, el libertinaje y la diversión. Hechos de una época que se repite en el tiempo)
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