Realmente no era un hombre egoísta, sencillamente se había pasado treinta años de su vida dándoselo todo a los demás, se lo daba a quienes lo merecían e incluso a los que no lo merecían. Ahora, ya no le nacía de las entrañas darle nada a nadie más, ahora lo único que le nacía era darse a si mismo, todo aquello que no se había dado.
No era una cuestión de egoísmo, sino de elección, y era más que lícita porque llegó su momento.
Ya volverán los tiempos altruistas.
Yo soy yo y vosotros sois vosotros.
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