domingo, 30 de noviembre de 2014

Fabulas sobre la realidad.

Hace unos poco meses tuve la oportunidad de conocer a una persona peculiar, pero que al escucharla cambió mi vida al completo, os diré porqué.

Cuando miraba a esta persona a la cara, podía vislumbrarse todo el sufrimiento que había padecido, su mirada que observaba el mundo con desinterés... las arrugas de su frente, que me explicaban cuantas veces en su vida había fruncido el ceño... era una persona superviviente en un mundo que no le había dado tregua.

Me explicaba como antes era una persona fría, calculadora, con cero empatía hacía las emociones de los demás... y es que se había tenido que adaptar a un mundo donde muchas personas se habían querido aprovechar de ella. Se urdió una coraza tan grande, que quedo separada de la realidad...

La realidad no existía si no era a través de sus creencias, no conocía el dolor porque jamás se lo había dejado sentir, respondía bruscamente en cuanto alguien le desmoronaba su realidad construida a base de ideas subjetivas y preconcebidas.

Era un ser lleno de ego y orgullo, claro, la vida le había dado palos hasta cansar y su ego era lo único que le había protegido de todo ese maltrato. Me dijo entonces que siendo consciente de ello, aprendió a ser humilde y a respectar a los demás, incluso parecía divertido interaccionarse con el resto de seres que formaban la sociedad.
En cuanto abrió su coraza un poco, no dejaron de llover puñales directos a su corazón, pero no se cerró al dolor de nuevo, lo vivió, lo sintió, le dejó que lo transformara y fue entonces cuando entendió que se había estado negando una parte de su persona durante toda su vida, por miedo al dolor... pero se tiró al vacío sin red y descubrió una verdad innegable: los golpes duelen, pero no matan y cuando sales de la tormenta eres mucho más fuerte que antes.

Se equivocó, se corrigió y vio por el camino como otros seguían amurallados en sus ciénagas y también aprendió a pasar de largo... mientras caminaba descubrió que sus sensaciones nacían de un odio que jamás había expresado y que llevaba ahí acumulado décadas.
Dejó salir a sus diablos a pasear... y fue entonces cuando puedo llenarse de otra cosa, de una paz que jamás había sentido...
Me dijo: soy feliz... por primera vez en mi vida soy verdaderamente feliz y sin necesidad de que nadie me de nada, porque esa felicidad dependía de mi, estaba en mi interior.

Cuando entendí su experiencia al completo me quedé boquiabierto cambió mi percepción de la vida y las personas al completo, había pasado del cielo al infierno en unos pocos meses y ahora era completamente libre de cualquier lazo social, en resumidas palabras: esa persona había tenido el valor de encontrarse a sí misma... y hoy besaba cada piedra del camino que le había llevado hasta esa situación.

Miré a esa persona a los ojos, sonreí y me alegré como jamás me había alegrado por nadie, porque quizá nadie merecía tanto ser feliz...

Ahora me siento a meditar a menudo con esa persona, porque al final debemos acercarnos a aquellos que nos hacen bien y alejarnos de aquellos que nos hacen mal, e incluso lo más importante: acercarnos a nosotros mismos y ser nuestro propio amigo por encima de todo.






2 comentarios:

  1. Qué buen cuento para expresar lo que provocan los miedos.
    Lo malo de ceder a ellos, es cuando lo haces un hábito y cuesta dejarlos, te aferras a tu pequeño mundo.
    Vivir no solo es ser feliz también es sufrir supongo...
    Saludos y te leo.

    ResponderEliminar