La música produce sensaciones, emociones, por así decirlo cogniciones. Pensamientos que adquieren forma física en nuestro cerebro de forma neuronal, generando patrones para cada una de esas cogniciones que se asocian a una emoción.
Con el tiempo sucede, que esa rutas o se refuerzan o se debilitan, curiosamente las que producen placer se atenúan, en cambio, las que producen miedo o dolor se refuerzan, es claramente una adaptación al medio, evolución microtemporal traducida en plasticidad cerebral.
De ahí que cuando escuchamos la letra o la melodía de una canción por primera vez, nos envuelven emociones intensas y nos enganchamos a ese flujo de endorfinas... pero poco a poco esas mismas canciones no generan ninguna emoción, ¿qué hacer entonces? fácil... buscar nuevos estímulos para recibir nuestra dosis de droga cerebral.
Y aunque no es malo, si determina como el melómano tiende a tener un carácter depresivo o melancólico, pero hay un punto divertido en ello y tal como tú cambias con tu vida y tus momentos experimentales vividos, te reencuentras con temas que quizá años o meses atrás conociste y dejaste en un cajón, pero que ahora tienen más sentido que nunca...
Ya decía Nietzsche que sería un error vivir sin música... por lo pronto no soy uno de esos que señala a esos locos que bailan aún sin escuchar su música...
Yo hoy me he reencontrado con este tema...
Conciso e interesante. No sabía lo de los melómanos y la melancolía, pero me siento identificado...
ResponderEliminarCuando una canción me gusta mucho o me resulta muy especial por algún motivo, trato de espaciar mucho en el tiempo cada escucha. Y luego están las canciones "chicle", las que llevo en el móvil, y que escucho y escucho mientras me aptece hasta que les gasto el sabor, y entonces pasan al archivo de las canciones exprimidas y ya no vuelven a ser escuchadas en mucho tiempo...
Hay muchísimos aspectos psicológicos en la música... ;)
EliminarGracias por participar Ronan!