lunes, 9 de junio de 2014

Poesía... simple y perfecta...

Siempre dije, no me gusta la poesía, pero me gustaría que me gustara...

Nunca entendí demasiado la poesía... no me aportaba nada, comprendía su lógica, su rima y tiempo, pero nada más allá, estaba enamorado de alguna poesía que exaltaba el valor de los hombres, la tierra y el sentimiento de permanencia como lo hacía "L'emigrant de Verdaguer", o "Howl de Ginsberg", pero de nuevo, nada más allá...

Con el tiempo, me di cuenta que no era una cuestión de gustos como yo pensaba, era una carencia, era mi emoción desperdiciada, mis sentimientos adormecidos, abotargados, insolubles en el baile de ideas de mi mente... reprimidos por el ego, el perro de arriba, el policía estricto de mano dura que era mi lóbulo pre-frontal.

Pero llegó el día... el día, que me dejé sentir todas y cada una de esas emociones, las conocí, las abracé, la amé y no tuve suficiente, quería más... y tuve más... fue entonces cuando surgió el deseo por la poesía como casi sin quererlo...
Ahora sentía, cada verso, cada palabra, cada estrofa... todas y cada una de las letras por fin tenían sentido, no podía creerlo... era de nuevo libre, había despertado a uno de los mayores gozos de la vida...

Y por fin entendí, que intentaba sacarme de la cabeza, lo que solo podía sacarme del corazón...

Y así amé la poesía, y las emociones que la misma me insuflaba... y entendí que era un delito no leer tan dignas letras en voz alta...

Supongo que debía enamorarme de la vida y de mi mismo para entender todo el placer de los versos que neuróticos y afectivamente dependientes escribió Benedetti en su inconmensurable talento y que ahora os brindo...

Táctica y estrategia

Mi táctica es
Mirarte aprender como sos
quererte como sos.

Mi táctica es hablarte
y escucharte construir con palabras
un puente indestructible.

Mi táctica es quedarme en tu recuerdo
no sé cómo ni sé con qué pretexto
pero quedarme en vos.

Mi táctica es ser franco
y saber que sos franca
y que no nos vendamos simulacros
para que entre los dos
no haya telón ni abismos.

Mi estrategia es en cambio
más profunda y más simple.

Mi estrategia es que un día cualquiera
no sé cómo ni sé con qué pretexto
por fin me necesites.



P.D.- Cuando leo a Benedetti pienso: hijo de puta... como puedes ser tan rematadamente bueno...